A partir de la matazón del 7 de octubre de 2023 de israelíes a manos de los terroristas de Hamas y la subsecuente matazón de gazatíes a manos del ejército de Israel y de Hamas, los medios de comunicación han hablado de la organización terrorista en infinidad de ocasiones. La mass media, manejada con inteligencia por el grupo y sus acólitos en diversos países, ha difundido la existencia del grupo con sesgo: héroes no villanos, víctimas no victimarios, mártires no asesinos. Los silencios del mundo tras el Holocausto armenio (1915-1923) por parte de los turcos, o de judíos, homosexuales, gitanos y seres con malformaciones a manos de los alemanes nazis no tienen lugar en la actualidad: el poder de la comunicación viaja con celeridad; no existe, como se decía antaño, “no sabíamos”.

Hamas, Israel y Gaza conforman una triada indisoluble, enferma y quizás sin solución. La Carta Fundacional de Hamas, publicada en 1988, es tajante. Comparto algunos ejes: sus miembros “temen a Dios”; su lucha contra los sionistas es una de sus metas; leitmotiv del grupo es la desaparición de Israel: “Israel existirá y continuará existiendo hasta que el Islam lo destruya tal como ha borrado a otros antes”. La lucha de Hamas no sólo es contra judíos e israelíes sino contra “otros”, es decir, Occidente, i,e., aquellos cuya vida implique libertad, autonomía, derecho a elegir, cultura, razón y no fe ciega como pretenden grupos fanáticos como lo fue —¿lo es?— el Estado Islámico que masacró a homosexuales tirándolos de edificios o, entre otros, a los yazidíes.

Sin ambages, con hipocresía —algunos viven en Qatar— líderes de la organización terrorista comparten su ideario. Copio unas perlas: En 2020, Ismail Haniyeh expresó, “no deseamos terminar como Singapur, elegimos continuar con la guerra con Israel hasta que se establezca un estado palestino desde el Rio hasta el Mar, i.e., desde el río Jordán hasta el Mediterráneo; en 2023, durante un sermón Hamad Al-Regeb rezó por la aniquilación y la parálisis de los judíos, a quienes describió como animales asquerosos y aseguró, “Alá los transformó en animales horribles y asquerosos similares a cerdos y changos debido a las injusticias y a los actos demoniacos cometidos por ellos”; en 2023 Ghazi Hamad, miembro de Hamas comentó, “Israel es un país que no tiene lugar en nuestra tierra […], ya que su presencia constituye una catástrofe política, militar y de seguridad para las naciones árabes e islámicas”. De nuevo Haniyeh: al comentar sobre la muerte de civiles gazatíes, “La sangre de mujeres, niños y ancianos […] es necesaria, la requerimos para despertar el espíritu revolucionario”.

Haniyeh es uno de los jefes máximos de Hamas. Ha vivido exiliado durante los últimos años en Qatar, incluyendo los meses desde que se inició el nuevo conflicto entre Israel y Hamas. Tres de sus hijos y dos nietos murieron en Gaza tras un ataque del ejército de Israel. Haniyeh agradeció a Dios por el “honor que me ha concedido el martirio de mis hijos y nietos”. Haniyeh no convive con su pueblo en Gaza.

El número de inocentes muertos, israelíes y gazatiés es terrible. Las fotos de niñas y niños asesinados, sean judíos o musulmanes, escuecen. La ideología de Hamas impide cualquier diálogo, no sólo con Israel, sino con Occidente. Ejemplo vivo es Irán, país que apoya, entre otros grupos, a los terroristas de Hamas y de Hezbolah; en dicha nación todo lo diferente, todo lque tenga que ver con Occidente es motivo de condena, como sucedió con el asesinato de Mahsa Amini, de 22 años, por no usar el velo.

Hamas niega la existencia de Israel. Punto final: ¿qué hacer?

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